Autora: diana
Fecha: 3 septiembre, 2020
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Existen infinidad de filias sexuales, todas ellas enmarcadas dentro de las fantasías naturales de cualquier hombre o mujer, y por eso, no son ni mejores ni peores. Algunas de ellas, eso sí, pueden llegar a ser peligrosas porque atañen a la propia libertad de la otra persona. Pero en su mayoría, estas filias son totalmente inofensivas y simplemente representan, como diría Freud, una válvula de escape para nuestros deseos sexuales reprimidos. Hay muchas teorías en torno al cómo se desarrollan esas filias sexuales, por qué hay hombres a los que les encanta ver a sus parejas disfrazadas de enfermera sexy, por ejemplo, o por qué hay mujeres que se excitan especialmente cuando ven a hombres de uniforme. Todo ello tendrá una explicación psicológica tremendamente profunda, pero tampoco necesitamos entenderlo para disfrutarlo.

Las filias sexuales derivan en fetichismo sexual, una adoración u obsesión totalmente exagerada por algún objeto, que no tiene por sí mismo una connotación sexual, pero que en nuestra mente se la damos, tal vez por una relación forjada en nuestros primeros años. Imaginemos, por ejemplo, que nuestra primera relación sexual es con una chica que se pone medias de rejilla. Seguramente, en nuestra mente, ese momento quedará marcado para siempre a fuego, y esas medias se concebirán como una especie de fetiche que, al verlas, nos haga excitarnos muchísimo. Así ocurre con un montón de objetos e incluso partes del cuerpo, desde las rodillas hasta los sombreros, pasando por una de las más habituales, los zapatos. El fetichismo de calzado, especialmente femenino, es una de esas filias más populares.

En qué consiste el fetichismo de zapatos

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Partiendo de la descripción ya dada previamente, podemos asumir que el fetichismo de zapatos tiene que ver con la obsesión exagerada que una persona, hombre o mujer, siente hacia el calzado, relacionándolo con el deseo sexual, convirtiéndolo en una filia por alguna razón psicológica consciente o inconsciente. Se trata de ver los zapatos como algo excitante, como una fuente de deseo y excitación, tanto colocados en los pies de nuestra pareja como también por sí mismos. Imaginemos lo que siente un fetichista de zapatos cuando entra en una gran zapatería, que será casi como un paraíso del deseo para él. Y aquí está la diferencia entre el fetichismo y el gusto por los zapatos.

El fetichismo de calzado no implica que nos gusten los zapatos por sí mismos, que conozcamos sus marcas y estemos deseando comprar muchos de ellos. Implica simplemente que el ver ese tipo de calzado nos hace excitarnos, porque los relacionamos con el deseo, con la actividad sexual. De hecho, este fetichismo tiene su propio nombre, retifismo, y apunta al deseo sexual que nace de la visión o el tacto de cualquier zapato. Muchos son, como ya veremos, especialmente intensos con los zapatos de tacón, pero este fetiche también puede darse con zapatillas de deporte, pantunflas, sandalias o cualquier otro tipo de calzado, porque al final no tiene que ver tanto con la forma, el diseño o el color del mismo, sino con el hecho de ser un zapato.

Los zapatos de tacón, la debilidad de muchos fetichistas

Si el retifismo engloba a toda esa parafilia sexual con los zapatos en general, el deseo exagerado por los tacones recibe el nombre de altocalcifilia, algo más complicado de recordar y pronunciar, pero que es irónicamente el fetiche de zapatos más común que podemos encontrar, sobre todo entre los hombres. Hay muchos chicos que no se consideran a sí mismos fetichistas pero que sí que asumen que ver unos buenos tacones es algo que les excita por completo. Y esto no es casualidad. Aquí podríamos hablar de la relación entre los tacones y la sensualidad femenina, siendo el calzado más elegante y sexy que una chica pueda llevar, ya que se suele utilizar en eventos apropiados, donde las mujeres se visten bien. El deseo exacerbado por los tacones también puede estar ligado a un fetichismo de pies, sintiendo los chicos un especial deseo hacia esa parte del cuerpo femenino.

¿Es común este tipo de fetiches?

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Dentro de lo que son las filias sexuales, el fetiche de zapatos es uno de los más comunes, tanto de forma específica como incluyéndolo dentro de los fetiches de ropa, que son seguramente los más populares de todos. Hay muchos hombres que sienten auténtica veneración hacia los zapatos, sobre todo hacia los tacones, y que de manera consciente o inconsciente eligen a una pareja sexual dependiendo del tipo de calzado que lleve. La filia del fetichismo de zapatos no significa que nos vayan a gustar todos y cada uno de los calzados que vemos. Es simplemente que algunos de ellos, por propio gusto o por estar relacionados con otras experiencias importantes del pasado, nos llaman la atención de una manera especial y nos provocan un deseo más intenso y ardiente que desembocará, normalmente, en la querencia de contacto sexual.

La relación entre fetiche de zapatos y fetiche de pies

No hay que ser Sherlock Holmes para entender que entre el fetichismo de zapatos y el fetichismo de pies hay una relación bastante clara. Sin embargo, los expertos que han estudiado el tema de las filias sexuales entienden que pueden existir ambos fetiches dentro de una misma persona, pero también de forma individual. Que nos exciten los zapatos no significa que nos deben excitar también los pies por sí mismos. Es algo diferente, ya que el fetichismo de zapatos tiene un componente social, de elegancia, de sensualidad, algo que el de pies no posee, ya que al fin y al cabo, y salvo pequeñas diferencias, todos los pies son iguales.

Compartir estas dos filias sexuales es común, pero también lo es disfrutar solo del fetichismo de zapatos, por ejemplo, porque el de pies no nos llame tanto la atención. Habrá incluso quien reniegue de este último, al pensar que en realidad un pie está mucho mejor enfundado en un buen calzado que desnudo. Hay fetichistas de zapatos que, de hecho, piden a sus parejas que no se quiten su calzado en la cama. Esto es algo que incluso se puede comprobar en la pornografía, donde las chicas se desnudan por completo en muchas ocasiones… pero se dejan los tacones puestos. Y esto tiene que ver directamente con el auge de ese fetichismo de zapatos que tanto está dando que hablar en los últimos tiempos, pero que ha existido desde siempre, de hecho.

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