Del porno a la prostitución- 1

Lo prohibido siempre nos da morbo. Basta con decirle a un niño pequeño que no puede hacer algo, que no puede tocar tal o cual cosa, para que se lance a hacerlo. Porque sabe que si lo hace llamará la atención de los mayores, que estarán siempre pendientes de él. Lo prohibido tiene un significa muy especial para el ser humano, tanto que es el tema central de muchas de las primeras historias que se han contado. Sin ir más lejos, según la tradición cristiana, nuestra especie está en este mundo y no en el vergel del paraíso por culpa de probar el futo prohibido. Pandora y su caja, o Prometeo y el fuego de los dioses, todas ellas historias que no son más que alegorías sobre el conocimiento. Aquello que está fuera de nuestro alcance siempre es lo que más deseamos. Es algo instintivo, también cuando queremos a una persona, pero no podemos estar con ella, por la razón que sea. Eso, en lugar de hacer que la olvidemos, nos provoca desearla más y más.

Cuando somos pequeños, el sexo es uno de esos tabúes que suelen estar más que prohibidos por parte de los mayores. Lo curioso es que ellos viven rodeados de sexo, no solo en su vida íntima, sino también en películas o series de televisión. En más de una ocasión hemos tenido momentos incómodos en el salón de casa, al aparecer una escena de sexo en una película que estábamos viendo en familia. Antes era relativamente sencillo mantener a los menores alejados de este tipo de contenido, aunque es cierto que al final siempre nos las arreglábamos para encontrar el vídeo o la revista de nuestros padres. Hoy día esa barrera ya ha caído, y con Internet el acceso al porno es mucho más fácil. Tanto es así que cada vez se empieza antes a ver este tipo de contenido, lo que crea, según los expertos, una disociación de la realidad en las mentes adolescentes con respecto al sexo. Se dice que el porno es el marketing de la prostitución porque a pesar de ser ficción, pensamos que el sexo real debe ser así. Y muchos hombres acaban contratando servicios sexuales pagados para probar ese tipo de fantasías que ven en sus escenas. Tanto que incluso muchas actrices terminan también trabajando como prostitutas, para ganar aún más dinero.

Cerebro y cuerpo-1

Sales de fiesta con tus amigos, como un fin de semana cualquiera, y estáis en el local más de moda de la ciudad. Mientras bailáis y tomáis una copa, tu mirada se cruza con la de una chica preciosa que está al otro lado del garito. Hay algo en ella que te llama mucho la atención. De hecho, sientes una chispa en tu interior, como el inicio de un deseo que ya has probado otras muchas veces. Excitación, y la mente comienza a desatarse, imaginando un millón de opciones. T todo por una sola mirada. Cuando consigues acercarte a ella, parece mostrarse interesada. Hay química, hay feeling entre los dos. Pasas al ataque y empiezas con el contacto físico. Ella no se aparta. De hecho parece encantada con la situación. Tanto que una hora más tarde estáis llegando a tu casa para tener una noche de esas que no se van a olvidar jamás. Pero el sexo no es tan espectacular como te imaginabas. De hecho, casi has disfrutado más de todo lo anterior que del propio polvo en sí.

La química que había en el bar ha desaparecido en cuanto la has tenido desnuda en tu cama. Y ella parece haber sentido lo mismo, como si las expectativas hubieran matado el placer. Porque aunque creamos que todo tiene que ver con la química, con la pasión en la piel, el cerebro también es muy importante en las relaciones. Y no nos referimos solo a la forma en la que reacciona ante los impulsos sexuales, que también. Cuando tenemos un deseo por alguien, cuando sentimos esa fuerza en nuestro interior, está claro que proviene no solo de un instinto, sino de nuestro pensamiento. De nuestros gustos, de nuestras preferencias, sean más o menos lógicas. El camino que nos lleva al placer pasa de manera inevitable por nuestra mente, por nuestro cerebro, incluso cuando no hay ni siquiera expectativas o fantasías creadas. Es por eso que hay gente que afirma que se excita más de forma mental que físicamente. ¿Hasta qué punto es esto cierto? En este artículo queremos analizar lo que siente cada parte de nuestro cuerpo al excitarnos.